¿Por qué todo lo bello se desposa
con la inefable puridad divina..?
Acapulco me vio crecer.
Es la cuna de mis aficiones literarias,
de mi pasión de activista.
En estos momentos de agonía,
busco refugio de Otis
en las palabras de mi bisabuelo*.
Me siento como Soneto en Gris*,
como una inocua tarde de tristezas llena.
La vida en rosa, vuelta agonizante
Queda como una estrella equidistante.
Aunque nacida en el Norte, en mi sangre corre Guerrero:
roja la sangre..y el crepúsculo rojo,
roja la obrera enseña y el iracundo enojo!
Tierra de mi abuela, quien contempla, a lo lejos,
el viento azul y azul obsesionante,
azulenco el confín, vago y distante,
que reclama su reinado.
Tierra que vio crecer a mi tía
que vio crecer a mi padre
En verde se diluye mi destino
que infielmente y rabioso se deshoja
en la esmeralda de mi inquieto sino.
Tierra adoptiva de mi abuelo,
El sol, amarillo inestimado.
Su biliosa ausencia, imperdonable.
Lágrimas de cristal corren por la arena,
gris al atardecer, plúmbea la hora,
donde exhaló su último aliento
antes de volverse uno con el mar.
Mi corazón vacío se extiende por las playas
Negra es la tormenta,
la noche y la traición.
la pérdida de visión en el camino
Confío en que estas Tinieblas
en el mar,
no son más
que otro Torbellino pasajero.
Y de todos los colores
que pintaron tu horizonte,
Acapulco,
se asoma El Sol en las Bardas
y te veré renacer del violeta proverbial,
la grata flor, el color de raro encanto,
que de por vida nunca desentona,
en la tranquila paz de su remanso
adversa a la zozobra que abandona.
*En itálicas, fragmentos de algunos sonetos de El Sol en Las Bardas (1995) de Alejandro Gómez Maganda.
Mariana Anaya estudia Ciencias Naturales en la Universidad de París-CRI. Es apasionada de la neurociencia, la poesía de Wislawa Szymborksa y las obras de Elena Garro. Actualmente es líder regional de los clubes de Girl Up Europa